viernes, 18 de mayo de 2007

FLAVIO


Flavio tenía ideas buenísimas. Eran tan buenas sus ideas que se las robaban afanosamente -se las afanaban, bah-. Cuando tenía una de sus ideas pasaba un flaco cualquiera y la tomaba, se la metía en el bolsillo y se iba. Y no faltaban los mequetrefes caraduras que encima le agradecían. “Gracias Flavio”, le decían.
Un día se le ocurrió esconder sus ideas, pero esa idea también se la robaron. No tuvo mejor idea, entonces, que ir a la casa de su madre a contarle desesperadamente su problema y la vieja lo sacó cagando; “tenés cada idea Flavio…”, le dijo mientras le cerraba la puerta. Y ahí mismo, sobre la vereda, pasó un flaco corriendo y le robó la idea de contarle a la madre su problema, y el pobre Flavio se quedó un rato largo parado frente a la casa de su madre lamentando, por primera vez, cuanto habían tardado en robarle esa idea.
Cansado de su situación y fatalmente resignado, Flavio decidió, no sin algo de pena e impotencia, no idear más nada. Y debimos creerle a Flavio porque su determinación fue categórica. “No pienso tener más ideas, se acabó”, dijo. El problema fue que, como siempre, le robaron también la idea de no tener más ideas. Y-santo remedio- a nadie se le ocurrió la idea de robarle a Flavio las ideas nunca más; a nadie se le ocurrió nada más, en realidad.
Para entonces la decisión ya había sido tomada y Flavio era un tipo decidido y determinado: su medida era irrevocable. Podría ahora disfrutar de sus ideas sin intromisiones ni hurtos pero era imposible ir en contra de sus principios. Se lamentó y se volvió a lamentar muchas veces pero seguía manteniendo la misma rigurosidad de carácter. “Jamás de los jamases cambiaré de opinión”, repetía y se machacaba.
Con un nudo en la garganta más grande que su cabeza, rogó desesperadamente que a alguien se le ocurriese robarle la rígida decisión de su cabeza -grande como el nudo de la garganta- pero ya era tarde. Nadie podría tener una idea nunca más, ni siquiera Flavio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuantas veces me gustaría ser Flavio y que me robaran esas ideas de las que prontamente me arrepiento!
Cuantas otras veces me encantaría que hubiese muchisimos Flavios regalando ideas brillantes!
No se si el responsable es Flavio, pero se me acabaron las ideas.