lunes, 28 de abril de 2008

Pude haber llorado


Por las venas de Liliana Herrero corre el Paraná todo.
Entre canción y canción, con una mano toma el vaso de vino
y con la otra despeina la selva misionera,
y sacude árboles y despierta pájaros.
Liliana Herrero es la diferencia entre una cantante y una intérprete,
entre una intérprete y una artista,
entre el arte y un nenúfar bailando solitario en la corriente.
Es el jadeo profundo de Chavela Vargas,
la imperturbable grandeza de Mercedes Sosa
y la generosa intemporalidad de Atahaulpa Yupanqui.
Ayer, domingo, Liliana Herrero presentó su último disco
en un Teatro del Libertador repleto de almas emocionadas.
Yo pude haber llorado, también reí.
Nos dice que aludiendo a un alto comando del ejército inventado en el momento, uno de sus músicos
pudo subir al avión que lo trajo a Córdoba sin documento, se ríe.
Dice estas cosas y también agradece al público, ella agradece.
Mi hermana dice: "esta re loca...me encanta".
Cantamos, marcamos el ritmo
de alguna chacarera,
aplaudimos, nos compramos el disco.
Liliana Herrero es un momento en nuestra vida
en que fuimos a al teatro y nos sentamos
a cifrar los recuerdos, las penas y los anhelos de la tierra.