jueves, 14 de agosto de 2008

OPORTUNISMO


Cínico, el serrucho se mostró listo para su empleo preferido ostentando una sonrisa afilada y brillante. Pero un oportunista quiso innovar y dejó al serrucho olvidado bajo el piso. Prefirió, en cambio, cortar el techo con una ridícula tijerita china y la víctima, Isidoro, empezó a caer hacia arriba y a hundirse en el cielo. Mientras, el oportunista se reía abrazando a la novia de Isidoro, que primero se sorprendió pero después largó una carcajada cómplice y le dio un beso en el cachete al oportunista. Isidoro no dejaba de caer, tan alto cayó que terminó abajo del suelo. El serrucho sonrió.
–Isidoro, el agujero de dos plazas te sale lo mismo que el individual­ –le dijo abriendo la boca como un tiburón.