–Guarda el celular, hijo, te lo van a robar.
– ¿Quién me lo va a robar, mamá?
–El negro ese.
–Pero si tiene uno mucho mejor que el mío, mirá.
–Te lo roban igual y lo venden, hijo, lo venden.
–Señora, estoy escuchando.
–Mamá, te está hablando el negro.
–No le dirijas la palabra, no lo mires.
–¿Cierto que no me vas a robar, negro?
–La verdad que ahora sí, te juro que te robaría el celular, la guita, las zapatillas y cagaría a trompadas a tu vieja.
–Ves, te dije, son violentos encima. No hables más con él, hijo. Son muy violentos.
–¿ Por que decís esas cosas, mamá?
– Te juro que la cagaría violando…
– No te metas, negro, estoy hablando con mi mamá.
–Te violan, hijo, ves. Y después te matan y tiran tu cuerpo en un baldío.
– Señora, si no se calla la boca, se baja de mi colectivo. Personalmente me voy a encargar de meterle una patada en el culo.
– El chofer también es negro, hijo, ni lo mires. Habría que atarlos y cerrarles la boca y la bragueta con precintos. Y pegarles, pegarles mucho, hijo. Así habría menos violencia.
–Bajelá, chofer. Saque a la vieja mal cogida esta.
–Hacé como que no escuchas, hijo, no le hagas caso a esa mujer sucia y gorda que es negra también.
–¿Por eso no querías que viniéramos en colectivo al centro, mamá?
– Te prometo que es la última vez que te hago pasar por esta tortura. Mejor parate, nos bajamos en la próxima parada y nos tomamos un taxi.
–Pero papá me dijo que los taxistas son todos negros.
–También, hijo, también. Te juro que algún día…
– ¿Quién me lo va a robar, mamá?
–El negro ese.
–Pero si tiene uno mucho mejor que el mío, mirá.
–Te lo roban igual y lo venden, hijo, lo venden.
–Señora, estoy escuchando.
–Mamá, te está hablando el negro.
–No le dirijas la palabra, no lo mires.
–¿Cierto que no me vas a robar, negro?
–La verdad que ahora sí, te juro que te robaría el celular, la guita, las zapatillas y cagaría a trompadas a tu vieja.
–Ves, te dije, son violentos encima. No hables más con él, hijo. Son muy violentos.
–¿ Por que decís esas cosas, mamá?
– Te juro que la cagaría violando…
– No te metas, negro, estoy hablando con mi mamá.
–Te violan, hijo, ves. Y después te matan y tiran tu cuerpo en un baldío.
– Señora, si no se calla la boca, se baja de mi colectivo. Personalmente me voy a encargar de meterle una patada en el culo.
– El chofer también es negro, hijo, ni lo mires. Habría que atarlos y cerrarles la boca y la bragueta con precintos. Y pegarles, pegarles mucho, hijo. Así habría menos violencia.
–Bajelá, chofer. Saque a la vieja mal cogida esta.
–Hacé como que no escuchas, hijo, no le hagas caso a esa mujer sucia y gorda que es negra también.
–¿Por eso no querías que viniéramos en colectivo al centro, mamá?
– Te prometo que es la última vez que te hago pasar por esta tortura. Mejor parate, nos bajamos en la próxima parada y nos tomamos un taxi.
–Pero papá me dijo que los taxistas son todos negros.
–También, hijo, también. Te juro que algún día…